sábado, 24 de enero de 2015

Edad Prohibida

Anastasio escuchaba a Celia embobado.
De pronto, ella se incorporó, varió de música y se puso a bailar lo mismo que cantaba.
-Anda, acércate. Baila esto conmigo.
Anastasio replicó muy firme.
-No.
-¡Qué bobada! No nos ve nadie. ¿Por qué no quieres?
-Porque es una tontería.
-Ya te he dicho que me gustan las tonterías.
-Pero, Celia, es que ésta, a lo mejor, es pecado.
Celia dejó instantáneamente de bailar. Anastasio no le veía los ojos, pero los imaginó furibundos. Y no se equivocó porque el golpe que dio Celia en el suelo con la silla al sentarse, quería indicar clarísimamente lo enfadada que estaba.
-¡Los hombres son todos sucios! ¡No tienen más que basura en la cabeza! -dijo Celia, después de un paréntesis de silencio.
Anastasio estaba desolado. "Soy un majadero -se dijo-. Podrá ser pecado bailar con la pelirroja de Enrique... Pero ¡no con Celia, por Dios, no con Celia!"
-Anda, levántate -dijo, compungido- y enséñame a bailar...
-¡Ahora soy yo la que no quiero!
Anastasio guardó silencio. De un tiempo a esta parte se le habían revelado tantos misterios, había descubierto tantas inmundicias, que se había trastornado y no sabía comportarse como se debe con nadie.
-Celia, te lo suplico, no te enfades conmigo.
-Me ha molestado lo que has dicho. ¿Por quién me has tomado? ¿Crees de verdad que es pecado bailar conmigo?
-Contigo no... Contigo nada puede ser pecado. Nunca...
-¡Hombre..., eso tampoco...! -dijo al fin, como si protestara.
-No te entiendo, Celia. Bueno... ¡Tampoco me entiendo a mí! ¿Me perdonas?
Celia no replicó.
-Ya sabes que no pongo malicia en lo que digo...
-Pues deberías aprender a ser más malicioso, para no decir algunas cosas.
¡Oh, sí, sí! ¡Qué razón tenía Celia! ¡Qué acierto más grande lo que había dicho...! Era necesario conocer la maldad para huir de ella. Pero la vida era muy complicada. Era un lío.

La escena, en la playa de Ondarreta. La ciudad, San Sebastián. La historia, en el marco de la Guerra Civil española. La novela de Torcuato Luca de Tena, Edad Prohibida, es una de esas que marcó mi vida desde que la leí por primera vez en mi juventud. La historia de Anastasio Fernández Cuenca, madrileño que llega siendo adolescente a vivir a casa de su tía Enriqueta, enviado ahí por su madre, es la de un muchacho que ha sufrido la muerte de su padre en el frente. Llega a un mundo totalmente nuevo para él, con las inseguridades y el dolor de un joven que ve su vida fracturada.

De carácter tímido e inseguro, Anastasio comienza a desarrollar su nueva vida en San Sebastián. Para un joven como él es esencial sentirse identificado con alguien; encontrar a otras personas que a su vez se identifiquen con él, a fin de llevar la vida más suavemente, soportando los dolores de verse huérfano de padre, alejado de su madre y sintiéndose completamente solo. Es así que entra en contacto con las niñas "bien", chicas que conoce en el colegio, y los niños "mal", chicos de su edad con los que traba conocimiento. Y la vida comienza a fluir.

Las primeras relaciones serias, las primeras decepciones, el primer amor idílico. Todo viene a la vida de Anastasio en torrente, llenando su existencia de experiencia e impulsándolo cada día más a buscar su lugar en un mundo marcado por la guerra, aunque cada vez se acostumbra más a ello. Anastasio comienza a descubrir y conocer a fondo a las personas que serán para él las que llenarán su vida de lo que le hace falta: la figura paterna en uno de los sacerdotes de su colegio, el padre Usoz, la figura dominante y atrayente del líder de la pandilla, Enrique, el amigo incondicional y cariñoso en la figura del poético y soñador Andrés y el amor de su vida en la figura de la grácil, pero al mismo tiempo aventurada Celia; moderna en muchos aspectos, si se toma en cuenta el tiempo en que se vive. Eventualmente, como siempre, la vida se encarga de separar a las amistades mientras cada una de ellas encuentra su propio lugar en la sociedad.

Anastasio representó en su momento una figura con la que me identifiqué en muchos aspectos. Probablemente por eso me quedé prendado a esta novela y la convertí en una de las más queridas de la biblioteca personal. El mundo está lleno de Anastasios que luchan por encontrar su lugar en un mundo anodino al que sienten que no pertenecen, y esta novela muestra a su protagonista precisamente en esa lucha, misma que lo lleva al término de su carrera como un abogado del Cuerpo de Prisiones, llegando a ser el director más joven de una prisión en las afueras de San Sebastián precisamente, donde tiene un encuentro brutal y al mismo tiempo ilusionador con su pasado.

Una novela ligera, deliciosamente escrita y excelente en su trama. Definitivamente recomendable en estos tiempos donde al parecer el amor solamente se demuestra a través de cosas materiales (las mujeres -decía un amigo mío- ahora ya no quieren serenatas, sino realidades. No lo creo) y las relaciones interpersonales se desarrollan a través de las redes sociales hasta el punto de llegar a sentir una muerte social si alguien nos da de baja en su Facebook. Una historia hermosa, emocionante, motivadora, y que me impulsa a cerrar mi comentario de esta ocasión citando dos de sus más bellos párrafos.


Quisiera se estrella para verte.
Y quisiera ser bosque y ocultarte.
Y ser nube del valle y abrazarte.
Y quisiera ser viento y sorprenderte.

Quisiera ser el mar. Adormecerte
y al ritmo de mis ondas acunarte.
Y ser un alto sueño y ensoñarte.
Y ser llama de amor para querette.

Felices letras y buenas noches.

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